Rodobaldo Martínez
Pérez.
Adquiere mayor connotación el suceso por haberlo comenzado
este 28 de enero, cuando se cumplen 161 años del natalicio de José Martí, el
hombre que después de Bolívar habló del
tema.
La idea de unir a las naciones del
continente con intereses comunes, la América Nuestra como la llamó Martí,
parece se consolida como nunca antes. Como dijo Raúl Castro al dejar inaugurada la reunión, en su calidad de presidente pro tempore…
Martí siempre soñó con estrechar en un mismo haz a los pueblos del Continente, incluso junto a su
Revolución, iniciada el 24 de febrero de 1895, no dejó de luchar por ese
propósito, pues concibió la integración latinoamericana como parte necesaria y
de garantía para la independencia de Cuba.
Uno de los acontecimientos que más laceró al Maestro
fue la celebración en 1889 de la Primera Conferencia Panamericana, donde se
exacerbaron los intentos de anexión de Estados Unidos a los países americanos
en concordancia con la Doctrina Monroe de 1823, que proclamó “América para los
americanos”.
En esa ocasión se hizo más palpable la dicotomía
entre las dos Américas. Martí se preguntó: “¿Y han de poner sus negocios los
pueblos de América en manos de su único enemigo?”. Su alerta, publicada el 2 de noviembre, y que constituye el documento más completo de
su ideario antiimperialista, dijo: “Sólo una respuesta unánime y viril, para la
que todavía hay tiempo, sin riesgo, puede libertar de una vez a los pueblos
españoles de América de la inquietud y perturbación (…) la política secular y
confesa de predominio de un vecino pujante y ambicioso…”.
Si después de tantos años logra materializarse el anhelo
martiano de ver unida la América sin Estados Unidos sin dudas, ocurre, nuevamente, el acontecimiento más trascendental al hablar de unidad, pues se
concretiza, la fila de árboles para no dejar pasar el Gigante de las Siete
Leguas y el cuadro apretado como la Plata en las raíces de los Andes.
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