#RevoluciónSoyYo |
Rodobaldo Martínez Pérez
rodo@enet.cu
La situación dramática que vive América Latina, las
trumponadas y el caos internacional roban los titulares actualmente y, en medio de
tal desbarajuste, Cuba defiende su proyecto humanista a fuerza de razones.
Sigue siendo la unidad una estrategia revolucionaria
de salvaguarda de la nación. A través del estudio de la historia nacional aprendemos cuanta repercusión negativa aporta la
desunión en las guerras de independencia, empezando por la de 1868, o “La Revolución del 30 se fue a bolina”
como califica Raúl Roa.
El
antagonismo entre el Ejército Libertador y la Asamblea del Cerro facilita la primera intervención
norteamericana, desde 1898
hasta 1902, para impedir la
fundación de una República emancipada. Aplican la Enmienda Platt, la cual
posibilita a Washington intervenir militarmente en Cuba y a adquirir
territorios para bases navales y carboneras.
Para corregir, uno de los mayores errores de la
Guerra Grande, José Martí insiste en la necesidad de unirnos en la nueva
contienda y, también, habla de tal requisito a nivel continental, cuando el
imperialismo yanqui comienza su ola expansionista.
Juntar las fuerzas constituye, para el Maestro, unir
a los cubanos para el fin común de libertar a Cuba, entonces, combate a quienes,
confundidos por otras tendencias, desmovilizaban o creaban obstáculos para el
combate, porque cada vez que nos ronden el haz recogemos la derrota.
Unidad lleva intrínseca una enseñanza probada y abarcadora, utilizada, muchas veces,
a lo largo de nuestra historia patria, pero su interpretación es más exacta
dentro de su contexto. Los llamados para unirnos y salvar a la Revolución, divorciados de las circunstancias actuales,
minimizan el concepto peligrosamente.
Juntarnos para la salvaguarda de la obra, hoy, es
compartir ideas, objetivos y tomas de decisiones entre todos para
perfeccionarnos, con deseos y esperanzas
comunes; es cerrarles el camino a los
sueños imperiales de destruirnos y, luchar contra los vende patrias, post anexionistas, quienes con falsos
enfoques de democracia, derechos humanos y libertades, ofrecen su país por un
puñado de dinero y promesas de poder.
Nosotros sabemos todas las tácticas yanquis para
derrotarnos, como la división y la fabricación de pretextos, para atacarnos. Recordemos
que la explosión del Maine fue para intervenir en la guerra hispano- cubana y,
ahora, los ataques sónicos a miembros de la embajada norteamericana y sus
familiares, en la Habana, es para interferir en las relaciones de Estados
Unidos con nuestro país, aupadas por Obama.
Tenemos claro que la máxima paradoja de la
Revolución Cubana es que quienes no la querían crearon las realidades objetivas
para su triunfo, porque esa victoria no resulta un hecho accidental, hijo de milagros políticos y estrategias
militares muy bien pensadas, sino, ante
todo, una respuesta, con sentido de
necesidad y causas justificadas.
Si la realidad de Cuba hubiera sido otra, la Revolución no hubiera tenido el carácter
imperativo con que nace, pero la convicción de una transformación radical, en
todas las esferas de la sociedad, comienza acentuándose hasta los límites de no
admitir más demoras, ni argumento para el cambio.
Entonces el concepto de Revolución se circunscribe a
problemas puntuales del momento, para resolver: analfabetismo generalizado, incultura, insalubridad, atención medica,
prostitución, miseria, grandes
injusticias contra el pueblo, abusos,
atropellos, con la inmensa misión de restaurar un país con sus arcas vacías,
porque gobernadores corruptos las robaron.
A sólo 15
días del primero de enero de 1959, Fidel defiende el concepto: “La Revolución
no es una cosa loca, la Revolución es algo que tiene una ruta trazada, una
serie de principios a los cuales se ajusta y, además, una serie de principios
fundamentales que son necesarios dejar bien sentados para que la Revolución se
pueda desarrollar pacífica y ordenadamente”.
La ultima concepción de Revolución, dada por Fidel
en el 2000, no difiere de la primigenia. El mensaje es el fruto enriquecido,
porque aún cuando se conserve la esencia,
las exigencias son otras, nada parecidas a las fundacionales y reafirma
la idea que tal acontecimiento se nutre con la práctica y participación de todos
en el empeño de hacer Revolución todos los días.
La convivencia en el país de varias generaciones de
cubanos, con el privilegio único en el
mundo de vivir con la conducción de los protagonistas del Triunfo, fortalece un
primer reto para el presente y el futuro: la defensa a ultranza de lo
conquistado.
#RevoluciónSoyYo |
Los culpables de Playa Girón añadieron otros
macabros inventos para asfixiarnos, como la Ley Torricely, la Helm-Burton, la
prolongación del Bloqueo o más acciones terroristas, pero la invencibilidad de
la obra está, precisamente, en la comprensión alcanzada por el pueblo de cuanto
significa para Cuba su Revolución y el precio que pagaríamos por no tenerla.
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