#CheGuevara |
Por Hilda Pupo Salazar y Rodobaldo Martínez Pérez
rodo@enet.cu
“¿Por qué el Ché
tiene esta peligrosa costumbre de seguir naciendo? Cuanto más lo insultan, lo
traicionan, más nace. Él es el más nacedor de todos.
¿No será porque el Ché decía lo que pensaba, y hacía lo que decía? ¿No será que por eso sigue siendo tan extraordinario, en un mundo donde las palabras y los hechos muy rara vez se encuentran y cuando se encuentran no se saludan, porque no se reconocen?,
¿No será porque el Ché decía lo que pensaba, y hacía lo que decía? ¿No será que por eso sigue siendo tan extraordinario, en un mundo donde las palabras y los hechos muy rara vez se encuentran y cuando se encuentran no se saludan, porque no se reconocen?,
Esas palabras del escritor Eduardo Galeano me resultan exactas
para dimensionarlo en este octubre de
homenaje, porque el Ché supo sintetizar,
como nadie, su cualidad mayor de
trascendencia.
Unos le llaman necesitarlo y otros vigencia,
porque ¿qué sería de la praxis sin el alimento teórico sustentador? y el Ché supo darlo con una propuesta de mucho mayor alcance que la
estrategia revolucionaria ligada a las circunstancias inmediatas de su
existencia.
Martí, quien valoró
una vez que el único hombre práctico es aquel cuyo sueño de hoy será la ley de
mañana y el Ché es de esos hombres
aseguradores de grandeza permanente con
fuerza de convocatoria latente, sin importar
cuanto sucedió aquel aciago 8 de octubre 1967, en el lejano Valle Grande, cuando
la muerte física añadió ese cruel absurdo en la historia para siempre.
Vivimos momentos especiales. La compleja cotidianidad está
requerida de aciertos y
difícil será hablar de trabajo, ponderar esfuerzos, recurrir
a entregas, mencionar sacrificios,
llamar al orden, recabar disciplina, pedir eficacia y valorar conciencias, sin pensar en las enseñanzas que nos supo legar el comandante Ernesto
Ché Guevara.
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