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En la VIII Cumbre de las Américas, desde los próximos
13 y 14 de abril en Lima, Perú, otro aspecto importante relacionado con ese evento
es el desarrollo del Fórum de los
pueblos del Continente.
El lenguaje
protocolar de dicha cita, dedicada esta vez al análisis de la Gobernabilidad
Democrática frente a la Corrupción, contrasta con los intereses del encuentro
alternativo en defensa de las amplias masas, en contra de las políticas neoliberales y el
minoritario mundo de los ricos.
Paralelamente, la voz de los pueblos abogaron por la
justicia, roída, ahora, por los golpes de estado parlamentarios para acabar con
los gobiernos progresistas; los derechos de los desposeídos, medidas sociales y
la integración americana como contén al
imperialismo yanqui.
Sobresalen las respuestas dignas, ante los mercenarios,
vestidos de pueblos, que quieren crear un caos en la Cumbre, con su discurso
aprendido y pagado. TV
La unidad
sigue siendo la única forma de salvarnos ante la voracidad imperial y eso deben
interiorizarlo las mayorías, por el
ambiente que prevalece de una Derecha enloquecida y dispuesta a desplazar a la
Izquierda a toda costa.
La lección martiana adquiere más vigencia: Martí siempre vio la necesidad de la
unión de los países como contén al vecino ambicioso, por eso en su brillante
artículo Nuestra América (1891), excepcional síntesis de la estrategia
revolucionaria, elaborada a lo largo de
meditada acción política y cuidadoso pensar,
sigue siendo hoy el mandato inconcluso a los latinoamericanos por
su acertado pensamiento previsor de lo
que pasaría sino atajábamos a tiempo el
peligro yanqui.
Martí llama
a la lucha, a la unidad, a la defensa de lo autóctono, analiza los problemas de
la educación, de las economías pobres, de la necesidad de diversificar las
economías y sobre todo alerta del desborde
norteamericano por lo que considera ha llegado la hora de la segunda
independencia para la
América.
Reclama
enfático que los árboles se han de poner en fila para que no pase el gigante de
las siete leguas”, porque está convencido que esa nación les va a poner sus
pies encima y es el momento “del recuento unido” y marchar “en cuadro
apretado”.
Otros de los
reclamos del Apóstol es el deber urgente de enseñarnos como somos en alma e
intento, o lo que es lo mismo una en identidad y peculiaridades y, una, en
objetivos y propósitos, por la perentoria necesidad de lograr la prosperidad de
sus pueblos y de defenderse ante la creciente y palpable voracidad de esa
América que no es nuestra.
Solicita, con
total vigencia ahora “la unión tácita
del alma continental” es decir una unión no declarada de manera formal, pero
tan actuante y real como si lo hubiera sido.
El no
azuzaba al miedo y el rencor entre los
pueblos, pero decía que la verdad había que decirla a tiempo.
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