rodo@enet.cu
Entre las espontaneidades
nacidas, cuando la desaparición física del Líder de la Revolución, estuvo: “Yo soy Fidel”, para
reafirmar la continuidad en la protección permanente de su impronta.
Aparte de esa naturalidad, surgida en un momento
trascendental, la frase encierra mucha responsabilidad, porque para ser como el
Comandante se necesita excepcionalidad, porque no puede serlo quien no esté a
la altura del momento histórico.Vídeo
Su vida completa,
dedicada a la Patria, identifica su nombre con Cuba, la bandera, el escudo o el himno
nacional y es que Fidel, en nuestra
historia nacional, llena de hombres extraordinarios, ocupa un lugar
central por sus aciertos en la conducción del gobierno revolucionario.
Nos dio lecciones
imperecederas en cuanto a prestigio, honestidad, ejemplo y altruismo, pero su más abarcador legado es, sin dudas,
lograr la Obra del Primero de Enero y garantizar su continuidad vídeo. El
cumplimiento de todo cuanto nos propongamos debe ser la primera premisa para salvaguarla. Hacer y convencer son obligaciones, para no caer en utopías
inútiles.
Nos enseñó
que la única arma para el crecimiento está en los esfuerzos de nosotros mismos
y que gastar más de lo producido es comerse el futuro.
Defendió eliminar el desorden y la chapucería
en cualquier acción, sin admitir el fracaso ni la renuncia a los deberes. Proclamó
la equidad y tuvo al optimismo y la resistencia como principios irrenunciables.
En Fidel
encontraremos contestas para este mundo caótico y para saber obrar con
inteligencia, porque el talento no puede faltar en cualquier estrategia que
signifique supervivencia, cuando existe una compleja situación internacional,
atizada por: renovación de la derecha, determinación de destruir a gobiernos
progresistas, golpes de estado parlamentarios, para acabar con administraciones
legítimos, en un escenario de violencias, confrontaciones mediáticas,
ideológicas, subversiones, e injerencias.
Para Cuba,
más bloqueo y con mayores restricciones,
a las puertas del aniversario 59 del triunfo
del Primero de Enero, estamos envuelto en palabras claves: resistencia y valentía, por la
principal razón de preservar el designio de construir el socialismo prospero y
sostenible a cualquier precio, a sabiendas de la nocividad del capitalismo para
esta geografía.
La última
Asamblea Nacional, del Poder Popular, acaba de ratificar el carácter humanista de la Obra, liderada por
Fidel Castro, al anunciar la materialización de un presupuesto diseñado,
mayoritariamente, para resolver cuestiones del pueblo y eso es sui géneris en
un mundo signado por beneficiar a un poco de ricos.
En este combate popular por mejorar la
existencia cabe todo aquello que añada bienestar a la convivencia, como la
eliminación de las indisciplinas sociales, corrupción, ilegalidades, maltrato, informalidad, prepotencia,
injusticias, ineficacias, inmovilismo, los escasos de iniciativas y quienes, con total inflexibilidad, añaden
permanentemente un No se puede a su
lenguaje.
El
desarrollo del país depende de los cubanos y con nuestros propios recursos y
esa verdad, incuestionable, entra en contradicción con quienes piensan en
avances y miran frontera afuera, con altas dosis personales, muy alejadas de la
colectividad. Necesitamos salir a enamorar todos los días para desarrollar
nuestro proyecto en cada instancia, con la misma seducción de Fidel.
Se impone
conocer que la atomización de
la sociedad supone el fracaso del proyecto, porque significa poner muros,
encerrarse en sus casas y dejar a otros hacer. Si algo se entorpece, se enrarece, quiebra la unidad nacional. El lucro y acaparar es negativo, pero el que tiene
prosperidad desde su trabajo honesto es
bueno.
No hay
varitas mágicas para resolvernos las dificultades con simples toques y, de más
está decir, que la fuerza de los brazos cubanos es definitoria: Productividad,
disciplina, entrega, consagración, eficacia, calidad, organización o trabajo útil son llamados vitales en estos
momentos y sería lamentable convertirlos en nulidades a fuer de repetirlos.
Si eso no se
comprende con interiorización estamos renunciando a un sistema comprometido con
el humanismo, como ninguno en este mundo y sería muy triste, como expresó
Fidel: “No permitamos jamás que lo que hoy nos alegra a todos sea mañana, por
indolencia o irresponsabilidad, motivo de tristeza y frustración”.
Por eso
necesitamos, cada día, susurrarnos al
oído el: Sí se puede, de Fidel.
.
No comments:
Post a Comment