#CubaEsNuestra |
Rodobaldo Martínez Pérez
rodo@ahora.cu
Cuando Cuba necesita solidaridad por el paso
desbastador del huracán Irma, por casi todo el archipiélago, con total
brutalidad contra bienes materiales y,
lamentablemente, 10 muertos, el señor Donald Trump, presidente de
Estados Unidos, utiliza los micrófonos de la ONU para fustigarnos y retira casi
todo su personal diplomático de su embajada en La Habana.
Nos dijo
gobierno corrupto y anuncia recrudecer el bloqueo, para castigar “a los Castros”.
Imbecilidad mayor es imposible y eso lo hace en momentos en que
cargamentos de Venezuela, Japón, Repúblicas Dominicana y Checa, España,
Colombia, Bélgica, Viet Nam, Rusia,
China, Ecuador y Panamá llegan para ayudar a los cubanos.
Agresividad
en lugar de sensibilidad humana. El mundo tiene demasiadas catástrofes para
añadirle más guerras y personajes como Trump son un peligro para la paz.
La humanidad
está en vilo por sus declaraciones sobre Corea del Norte tanto que Herbert George Wells no tendría que hacer ficción, ni
acudir a Martes para atemorizar a los terrícolas, le bastaría con imaginarse la
posibilidad real de una guerra nuclear hoy,
en su propio mundo, sin invasiones foráneas y le aparecerían muchos más horrores que los
simples alienígenas, las máquinas guerreras y los rayos calóricos.
¿Qué significaría
la traumática imagen de gigantesco trípodes andantes de 30 metros de alto, con
tentáculos colgantes como devoradores de hombres, ante un poder capaz de apagar
el sol?
El famoso escritor inglés tendría en la
confrontación de la Tierra contra la Tierra, una perfecta obra de terror órbita adentro y no necesitaría tanta
imaginación, para predecir el holocausto.
Describiría al
espacio, cuya capacidad atómica es inmensamente mayor a 1945, como un inmenso
cráter absorbente de la vida planetaria si
la irracionalidad vence a la
inteligencia humana.
Los crímenes en
Hiroshima y Nagasaki quedarían pequeños y recuerdan como esas ciudades quedaron
envueltas en bolas de fuegos, las sombras de las personas quedaron impregnadas
en los muros y los no convertidos en polvo ardieron en un extremado calor
superior a los 5 mil grados centígrados,
se derritieron los edificios, más de 70 mil personas quedaron
carbonizadas de inmediato y a 120 kilómetros a la redonda calcinó todo.
Pronósticos tan
escalofriantes dan suficientes razones para que la cordura crezca a favor de
evitar la guerra, porque sobre la crisis económica y su repercusión política,
la debacle en el medio ambiente con el cambio climático, la escases de alimentos, sería catastrófico
incorporar a esas desgracias el peligro de un conflagración mundial con
carácter nuclear hace que, en materia de luchar por preservar a la familia humana del planeta, significa, ahora, más decisiva que nunca.
Hay que prevalecer
la prudencia ante la insensatez y acudir a lo mejor de los sentimientos, por
ejemplo, un acto necesario es la solidaridad humana frente a
la brutalidad de los ricos, quienes poco les importan la suerte de los demás.
El mundo está
muy violento y sobran las calamidades.
¿Se imaginan como enfrentar tantas
adversidades, sin una mano amiga que le
demuestre no estar solo en las desgracias?
La solidaridad es un vocablo de trascendencia y una
de las cosas que no debe nunca perderse por el bien de la humanidad. Cuando reclaman amor en el mundo, se piensa en cuanto
dejamos de crecer si asumimos posturas egocentristas y no nos conmovemos por la suerte del prójimo.
Pero, también, solidaridad es una palabra muy
vinculada al programa educativo cubano
como:“Yo si puedo”, las misiones Milagro o la “Manuela Espejo”: una de las acciones más
hermosas de ayudar a los más necesitados escritas en estos tiempos convulsos.
No comments:
Post a Comment