Columnas

Wednesday, June 07, 2023

Capital Intelectual:

Cada meta es un punto de partida

Rodobaldo Martínez Pérez

rodobaldo@ahora.cip.cu

La subjetividad humana y su alto valor para las motivaciones son fundamentales hoy en Cuba, que tanto necesita despegar en su desarrollo socio-económico.

“La productividad y la eficiencia están dentro de la personalidad del obrero…”  y lo dijo Carlos Marx, en el Siglo XIX, ahora, en la modernidad, es el llamado capital intelectual, decisivo para el sistema empresarial nacional, que es uno solo, sin ninguna separación entre privado o estatal. 

Porque desde los deseos, conocimientos,  información y las experiencias son muy útiles para crear valores, desde la fuerza especulativa individual y colectiva, que propician el éxito al saber identificarlos y distribuirlos eficazmente.

Ese capital intelectual es el mayor activo intangible de una organización,  tan importante como su producto o servicio líderes y, según sus tipos, son: educación, para aplicar los conocimientos en el trabajo; formación  de acuerdo con las habilidades técnicas; salud física y  mental, fundamentales para los aportes y motivaciones; habilidades comunicativas, facilitan desarrollar las misiones; así como puntualidad y  capacidad para resolver  problemas, ambas a favor de la eficiencia y eficacia.

Por lo tanto de acuerdo con  el  capital humano de una empresa es lo que la lleva a crecer y a diferenciarse en las competencias, desde el valor de los conocimientos, lo que define  Díaz-Canel, presidente de Cuba: Ciencia e Innovación: avances y desafíos.

De ahí la importancia de: motivaciones, decisiones, opiniones, creencias y saberes de cada uno, que determinan sus acciones si está de acuerdo y le agrada desde el  deseo particular, un efecto colateral muy importante, por las consecuencias de acciones y de relaciones simultáneas para con su desempeño, en concordancia con el complejo ego humano de cada quien.

 

Fidel Castro sentencia: “Donde la Revolución debe ser fuerte es en la conciencia de cada cubano”,  al estar absolutamente convencido de su fortaleza para las decisiones de cada quien.

La conciencia revolucionaria será siempre una imagen en la cual pueda sentir el pueblo lo mejor de su espíritu revolucionario, de los valores morales para lograr un socialismo autóctono, próspero y sostenible, con cada vez más empoderamiento del pueblo.

Desde la  necesaria importancia de dar explicaciones al pueblo de todo, con la mejor cultura de la comunicación social,  alta sensibilidad para entender la realidad, en la importancia de hablar claro, en  diálogos constantes,  abiertos,  sin imposiciones y con el mejor ejército de servidores públicas, las 24 horas, para echar a andar la resistencia creativa.

Es substancial el estudio del fenómeno de la conciencia en las disciplinas científicas contemporáneas, sin subestimar la más mínima acción, ni detalles, porque realmente son complejos la existencia y sentido de las emociones o cualidades de cada persona para su efectividad.

Aparece, sobre todo, entre las diferentes alternativas planteadas para integrar las experiencias subjetivas, cualitativas y personales con las manifestaciones objetivas, cuantitativas y públicas de cualquier  realidad, porque es la persona misma, abierta al bien moral que, al decidir el bien, aporta al fin propuesto, de lo contrario, predomina el mal.

Porque la conciencia emocional o empatía  establece lo que es bueno o malo, desde  las inquietudes fundamentales para el colectivo, comunidad, hasta  la propia familia, desde lo intrínseco.

 Es la capacidad de juzgar, no solo las acciones propias, sino las ajenas, como caritativas o no, todo lo cual  decide actuar de una forma u otra, en disposición para tomar conciencia de las propias emociones, según las habilidades para captar el clima real de un contexto determinado, de acuerdo con intereses.

En varios discursos del compañero Díaz-Canel, primer secretario del Comité Central, hay una profunda reflexión: “Las revoluciones no terminan nunca, porque cada meta es un punto de partida… Sin renunciar al sueño de la prosperidad posible”, podemos reiterar que  para ello el ser social es determinante.

Y lo es porque su grado de conciencia decide su desempeño para la resistencia de máxima creatividad, desde lo ético- moral y poder reafirmar más la afirmación: de ser herederos  de un “pueblo vencedor de imposibles”.

El Primer secretario del Comité Central sentencia en  la necesidad que tiene el Partido de “ser el catalizador más eficiente en nuestra transformación hacia adelante… desde lo ético”.

 

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