#ConlamismaEstrella |
Rodobaldo Martínez Pérez
rodo@enet.cu
Si Cuba es cultura, como dijo el presidente Díaz-Canel,
es comprensible la guerra que se nos hace en esta rama por parte del Imperio
más poderoso del mundo, para destruir la Revolución y desaparecer el territorio
nacional.
El ataque
cultural es parte de su estrategia demoledora contra nuestro país, porque sabe que
esa es nuestra esencia, la naturaleza y la definición de la identidad.
Para nadie es secreto, toda la estela recurrida por
el gobierno norteamericano tendente a desmembrarnos. Su objetivo es enfilar su
batería en aquellos símbolos y rasgos de cubanía, para acabar con nuestra idiosincrasia o confundirnos al imponernos
los suyos.
La juventud
es su prioridad y las nuevas tecnologías de la comunicación su herramienta. Ellos
tratan de manera sutil de colonizar
nuestra mente e imponernos sus costumbres e ir americarizarnos.
Lo primero es que olvidemos la historia nacional
como lección imperecedera de la nación. Si ocurre en su enseñanza ausencias,
olvidos u ocultamientos, manquearíamos un vital instrumento de defensa.
Palabras como identidad o patriotismo tratan de
borrarla del vocabulario de los jóvenes y es su objetivo potenciar el sistema
imperialista en sus mentes.
En estos momentos de abierta batalla ideológica hace
falta una atractiva ofensiva revolucionaria que aplaste el burdo acoso imperial
en materia cultural-ideológica. Repetir
consignas no ayuda mucho en la actualidad.
Lacerar la cubanía es un propósito marcado. El prestigioso intelectual e historiador Eduardo
Torres Cuevas aseveró: un requisito
indispensable para expresarla es tener la voluntad de querer ser cubano, una
voluntad que aumenta o disminuye según las motivaciones de las personas.
De acuerdo con este concepto, se
puede vivir lejos de nuestras fronteras y, sin embargo, sentir el deseo de ser
cubano y viceversa, permanecer dentro del archipiélago y renegar de la cultura
del país.
Se pueden poner varios ejemplos de ataques a la
cultura como la llamada Guerra de Símbolos, con la peregrina idea de imponernos
su bandera; trasladar a esta tierra sus tradiciones mediante fiestas totalmente
ajenas y ponderar el estilo de vida.
El intelectual Fernando Ortiz nos dijo: “Acaso convendría inventar o
introducir en nuestro lenguaje una palabra original que sin antecedentes roces
impuros pudiera expresar esa plenitud de identificación consciente y ética con
lo cubano.
“(…) Pienso que para nosotros los
cubanos nos habría de convenir la distinción de la “cubanidad”, condición
genérica del cubano y la “cubanía”, cubanidad plena, sentida, consciente y
deseada; cubanidad responsable, cubanidad con las tres virtudes, dichas
teologales, de fe, esperanza y amor».
También el etnólogo e historiador
había sentenciado: “Hay cubanos que, aún siéndolos con tales razones, no
quieren ser cubanos y hasta se avergüenzan y reniegan de serlo. En éstos la
cubanidad carece de plenitud, está castrada.
No basta para la cubanidad llenera
tener en Cuba la cuna, la nación, la vida y el porte; aún falta tener la
conciencia.
“La cubanidad plena no consiste
meramente en ser cubano por cualesquiera de las contingencias ambientales que
han rodeado la personalidad individual y le han forjado sus condiciones; son
precisas también la conciencia de ser cubano y la voluntad de quererlo ser”.
A150 años del primer grito de independencia cubano no pierde vigencia lo
dicho por Martí al calificar la cultura como escudo y espada de la nación. Este
20 de octubre tenemos que recordar que Fidel dijo, en los años más difíciles
del periodo especial: “ lo primero que había que salvar era la Cultura”.
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