#DemocraciaCuba 2018 |
Rodobaldo Martínez Pérez
rodo@enet.cu
La constitución de las Asambleas provinciales del Poder Popular y del Parlamento imponen una interrogante: ¿Qué representantes necesitamos en la Cuba de hoy?
No puede ser otra la respuesta: mucha idoneidad, fidelidad
a los ideales, sabiduría y la necesaria flexibilidad, para adecuarse a las
actuales circunstancias. Los delegados y diputados deben tener una agenda que
responda a las preocupaciones cotidianas del pueblo.
Nunca puede suceder un divorcio entre las masas y
sus representantes, porque extermina la credibilidad de quienes elegimos. Si a quienes
dimos el voto no los caracteriza el ejemplo y no lo vemos defender nuestros intereses
a brazo partido, con total dedicación,
comienzan a defraudarnos.
Vivimos momentos complejos y esos méritos y capacidades,
por los cuales abogamos al depositar las boletas requiere demostrarse con el valor al desplegar
sus tareas y las virtudes al resolver tantas dificultades. Ya lo dijo Martí “la
mejor manera de decir es hacer”.
El diálogo reflexivo y saber encausar las
preocupaciones de la población son requisitos imprescindibles, para hablar de
democracia, llevar implícito el
ejercicio del criterio y la libertad de expresión. Son más válidas las
opiniones entre más respetuosas sean, sin
la agresividad verbal que no cabe aquí, en ningún momento.
Al calificar el órgano de Gobierno el intelectual
cubano Alfredo Guevara expresa: “Una de las deficiencia del Poder Popular es
que a veces resulta más popular que poder”. Allí no se va a ser bueno, sino a hacer políticas y trazar estrategias, a ejercer la fuerza de
este poder.
El destino del país depende, en un alto porcentaje,
de los miembros de las Asambleas y el Parlamento, en sus condiciones de las voces de la genuina
democracia cubana. El acierto, entre una pluralidad de criterios en los debates,
por tanto, la preparación y el conocimiento con el oído bien pegado a la tierra
nunca deben faltar.
Esos representantes no solo son valiosos por su hoja
de servicio, sino por su emprendimiento y la comprensión de que vale mucho la
conveniencia en el momento de planificar algo, sin renunciar a ningún principio.
Raúl Castro, más de una vez, demanda de los dirigentes, de cualquier sector
e instancia, ser autocríticos y oír las
reclamaciones de la gente, "aunque no agrade lo que nos digan".
El Presidente
Cubano ratifica que, para estar a la
altura de los tiempos que corren, a los
cuadros les corresponde desbrozar de burocracia y formalismos lo hecho,
eliminar lo superfluo y concentrarse en lo realmente decisivo, porque es
totalmente negativo hacer perder tiempo a la gente y no criticar siempre "cara a cara las
actitudes incorrectas".
La principal
responsabilidad de los electos es ser fieles servidores del pueblo y establecer
la correspondencia entre lo dicho y lo hecho. Estos momentos son muy complejos
para el país y la defensa de la Revolución es prioridad en todos los campos,
sin desaprovechar un segundo para hacerlo.
En este mandato se impone la responsabilidad de
conducir, controlar y exigir que continúe el avance en la construcción de una
sociedad mejor, prospera y sostenible, siempre, por los caminos del socialismo
cubano.
Miguel Díaz-Canel, primero vicepresidente de los Consejos
de Estado y de Ministros expresa: “Esta etapa resulta sumamente retadora para
las nuevas asambleas y para el pueblo cubano, a partir de la compleja coyuntura
internacional que vivimos, la cual tiene una fuerte incidencia en la vida del
país; y ante cuyos retos debemos convocarnos todos y dar el aporte que
podamos”.
Reiteramos que para merecer la confianza de la
población, es fundamental el ejemplo, porque eso de “haz lo que digo, no lo que
hago” es la primordial causa del fracaso.
La positiva actuación le da un sentido hondo a la
frase de Fidel: “El poder del pueblo, ese si es poder”.
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