¡ #Fidel te queremos!
Rodobalo Martínez Pérez
rodobaldo@ahora.cip.cu
“Te queremos #Fidel, te
queremos…” El Comandante responde: “Yo también los quiero a ustedes”, tal vez
constituye una premonición de sus coterráneos, como el adiós en el último
diálogo público con su pueblo, a las pocas horas enferma gravemente y ya no
vuelve a vestir su uniforme de Comandante en Jefe, aunque, para Cuba, siempre
lo sea.
En la cronología de ¡ahora! era esta
la 46 visita oficial al territorio en la tarde- noche del miércoles 26 de
julio de 2006, para la inauguración el Grupo Electrógeno más grande del
país, en Guirabito, en la cercanía de la ciudad de los Parques. Venía de
Granma, sede del acto nacional por los 53 años del ataque a los cuarteles
Moncada y Carlos Manuel de Céspedes.
Quiere
reconocer a la provincia por los Programas de la Revolución Energética, la
preparación de jóvenes venezolanos, como trabajadores sociales y la formación
de estudiantes bolivianos, como médicos. Tal vez cuando Díaz-Canel, entonces
primer secretario del Partido aquí, le explica, ya sabe que, antes de coger el avión,
tiene otro encuentro con su pueblo.
Durante el discurso Fidel encomia la
solidaridad de familias holguineras para acoger, en sus hogares, a estudiantes
bolivianos. Al hablar, movía los numerosos documentos acomodados en el podio,
con deseos de continuar y enfatiza: “son muchas cosas las que quisiera decirle,
pero termino”.
Al concluir saluda, casi cuerpo con
cuerpo, a los asistentes que ocuparon la primera fila, conversa con algunos,
cuando termina le preguntan “a donde vamos” y responde enérgico: “a La Habana”,
a todos extrañan por la hora. En ningún momento muestra lo mal que debía
sentirse.
Siempre hay que recordar la
gran complicidad del Comandante para el avance de la actual provincia de
Holguín, que evidencia la amplia visión estratégica en su diseño futuro.
Al recordar el aniversario 95 de su
natalicio sobresale su vida completa, dedicada a la Patria, identifica su
nombre con Cuba, la bandera, el escudo o el himno nacional y es que Fidel, en
nuestra historia nacional, llena de hombres extraordinarios, ocupa un lugar
supremo por sus aciertos en la conducción de la Revolución Cubana.
Nos dio lecciones imperecederas
sobre: prestigio, honestidad, ejemplo personal y altruismo, pero su más
abarcador legado es, sin dudas, lograr la Obra del Primero de Enero y
garantizar su continuidad, que corresponde a los agradecidos de hoy y de
mañana.
Nunca lidia con el desorden ni la
chapucería en cualquier acción, sin admitir el fracaso ni la renuncia a
principios y deberes. Proclama la equidad, optimismo, jamás ni un paso
atrás y la resistencia como principios irrenunciables.
A Fidel podemos ir permanentemente para encontrar
contestas para este mundo caótico y para saber obrar con inteligencia, porque
el talento no puede faltar en cualquier estrategia que signifique
supervivencia, cuando existe una compleja situación con la actual pandemia,
tanto en Cuba como internacionalmente, con un absoluto recrudecimiento
del criminal bloqueo, con golpes blandos y la llamada guerra de cuarta
generación para tratar de minarnos desde dentro.
La mejor respuesta está en las calles cubanas:
resistencia y valentía, para preservar el designio de construir el socialismo
prospero y sostenible, a cualquier precio.
En este combate popular por mejorar
la existencia cotidiana cabe todo aquello que añada bienestar a la convivencia,
como la eliminación de las indisciplinas sociales, corrupción, ilegalidades,
maltrato, informalidad, prepotencia, injusticias, ineficacias, inmovilismo, los
escasos de iniciativas y quienes, con total inflexibilidad, añaden
permanentemente un No se puede a su lenguaje.
El desarrollo del país depende de
los cubanos, con nuestros propios recursos y esa verdad, incuestionable, entra
en contradicción con quienes piensan en avances y miran frontera afuera, con altas
dosis personales, muy alejadas de la colectividad.
Necesitamos que la Revolución salga
a enamorar todos los días, para desarrollar nuestro proyecto desde los humildes
y para los humildes en cada instancia, con la misma seducción de Fidel.
No hay varitas mágicas para resolver
las dificultades con simples toques y, de más está decir, que la fuerza de los
brazos cubanos es definitoria: Productividad, disciplina, entrega,
consagración, eficacia, calidad, organización y trabajo útil.
Si eso no se comprende con
interiorización estamos renunciando a un sistema comprometido con el humanismo,
como ninguno en este mundo y, sería muy triste, como expresó Fidel: “No
permitamos jamás que lo que hoy nos alegra a todos sea mañana, por indolencia o
irresponsabilidad, motivo de tristeza y frustración”.
Con su legado y grandeza espiritual Fidel
continúa indicando como enfrentar los actuales y futuros retos. Nos
enseña cómo hacerlo después de su ausencia y, desde su humildad y
de su espíritu de eterno conspirador, nos indica el camino para saber vencer,
con abnegación e inteligencia los peligros, en una lucha constante para
perfeccionar nuestra sociedad, como constante inconforme que siempre fue.
Cuando su generación entrega, la dirección del
país, a los nuevos pinos de Martí y cada uno de nosotros debe llevar, en su
corazón, el concepto de Revolución, esta, su obra maestra, jamás
entregará las banderas.
Por eso necesitamos, cada día,
susurrarnos al oído: Sí se puede, de Fidel.